UNA EXPERIENCIA ATERRADORA
Vivía en China. Trabajaba de cocinero en un centro comercial
y cobraba poco dinero, pero por lo menos tenía empleo.
Un día cualquiera fui a trabajar. Entré en la cocina y me
puse manos a la obra mientras la gente llegaba.
Ya era la una de la tarde y me tocaba tomarme mi descanso de
quince minutos. Mientras estaba revisando el teléfono móvil, noté que el
edificio vibraba. En seguida comunicaron mediante los micrófonos que no ocurría
nada grave. Gracias a ese mensaje mis temores se fueron.
Volví al trabajo. Estaba cocinando una sopa de gambas. De
repente, vi como caían arenillas del techo. En ese momento me temí lo peor. Le
comuniqué al encargado lo que pasaba y dijo que no tenía importancia. Parecía
convencido de lo que decía, pero mi instinto me ordenó irme de allí. Salí
corriendo y el edificio empezó a moverse fuertemente, por lo que me apuré
todavía más. Pero no sirvió de nada: el centro comercial se derrumbó.
Y no sé cómo, pero sobreviví. Cuando noté que llegaba al
suelo sentí como caían los cementos, pero no me aplastaron de cintura para
arriba.
Tres días después me rescataron. Estaba muy deshidratado y
hambriento. Veía todo borroso y estaba demasiado mareado.
Me desperté en el hospital al poco rato. Ya no tenía la
misma sed ni hambre. Me dijeron que había habido varios temblores leves que no
habían causado daños graves, pero que el centro comercial se había derrumbado
principalmente por el piso que le había sido añadido dos años atrás. Además,
los materiales con los que estaba construido el edificio eran de muy mala
calidad. Los dueños eran unos egoístas y ambiciosos que habían sido capaces de
arriesgar tantas vidas solo para no perder dinero. Después, me dijeron que era
probable que volviese a haber un terremoto, pero de los de verdad, Ya no me
imaginaba tener que pasar por otra situación parecida, por lo que decidí
mudarme a otro país.
Ahora vivo aquí, en las Islas Filipinas, y estoy buscando
trabajo.
Octubre de 2013
Aarón Castelo.
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