miércoles, 23 de abril de 2014

Los peligros de Internet y una mente dañada.

Nunca le perdoné. El se rió de mí. Quiso jugar, y yo jugué. No espero compasión o el perdón. Solo quería venganza, una venganza justa.

Aprendí a robar datos y fotos ajenos hace ya algún tiempo. Los datos almacenados en su ordenador y su móvil le llevaron a una bañera ensangrentada. Podría haber sido bueno con el, podría haber sido su amigo. O podría haber causado muchos más estragos. Gracias Internet.

El jugó con fuego. Literalmente. Se quemó los dedos prendiendo su primer cigarrillo. Iluso. Lo mejor fue la cara que puso al recibir una foto suya borracho, sin camiseta, porro en mano y vaso en la otra. Cuántos “Cómo” y “Por qué”. Cuántos “Quién”... Y él solo recibió un “querías jugar, ¿no?” como respuesta. Un mes más tarde, recibió otra foto. Lo más curioso es que cada foto iba a parar a Internet. Y cada foto era peor que la anterior. Claro que sus padres se enteraron. El pobre iluso no pudo con la presión y se lo dijo a sus padres. Se mudaron cinco veces. Cambiaron de teléfono, nombre y vida. Todas ellas fueron inútiles. Los encontré una y otra vez.

Al igual que puedes empuñar un martillo contra tu enemigo, yo empuñé el arma definitiva de la cual no podía escapar. Gracias, Internet.

Mi “revelación” fue esta: una persona es un juguete en manos de otra que controla su vida privada. Saber implica poder. Si controlas Internet, puedes ser esa otra persona. Puedes ser el que lleva el ritmo en este vals macabro donde la gente se apuñala por la espalda y el odio lo envuelve todo. Puedes ser el marionetista, que maneja los hilos de esta complicada red de ceros y unos. Yo nunca le dije que se cortara las venas. Al contrario. Su muerte, evito que yo pudiera haberme divertido más.

No considero esto un crimen, sino como una limpieza. La ley no hizo nada para acallar su risa y yo si. Si yo no hubiera intervenido, el sería el que estaría aquí sentado delante de ustedes.

 “Casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder.”-Abraham Lincoln.

Lucas Díaz. 3º ESO.