La Navidad
Las
fiestas navideñas, más allá de su significado religioso, constituyen la época
privilegiada del año para hacer regalos. En estas fechas, las empresas sacan
sus productos al mercado y bombardean al consumidor con sus mejores ventajas y
cualidades envueltas en el celofán brillante de la publicidad. Es inevitable
caer y comprar no sólo los productos alimenticios que se necesitan para las
cenas y comidas navideñas sino también los regalos de diferentes caracteres y
precios para familiares y amigos. Los grandes almacenes se llenan y cierran en
horas inoportunas y los ciudadanos se dejan llevar por la publicidad y la
ansiedad para adquirir más productos de los que se necesitan .Y es que las
Navidades son las fiestas consumistas por excelencia y más de uno se pregunta
si alguien todavía se acuerda de verdad del significado de las celebraciones
religiosas. Comprar, comprar y comprar, todo el mundo quiere comprar y regalar.
La
gran demanda navideña es aprovechada por las empresas que ponen los precios de
los productos por las nubes. Es la época en la que aparecen los productos
típicamente navideños como turrones, polvorones o mariscos. Muchos padres y
madres, sometidos a la presión de sus hijos e hijas, acaban por convencerse de
que para demostrar lo mucho que les quieren les tienen que comprar más regalos,
y terminan sometiéndose a la dictadura de la publicidad olvidando alternativas
de consumo más justas social y ambientalmente, como pueden ser buscar juguetes
de artesanía local, sin embalajes innecesarios, no sexistas ni bélicos, que
estimulen la creatividad, adecuados a cada tipo de edad, con materiales
naturales y biodegradables, juguetes en los que se esté pagando el producto, y
no su publicidad. Además, estamos olvidando incluso lo más importante: que es
posible jugar sin juguetes.
Y no hay que olvidar que
en la primera Navidad fue, sin pavo, sin luces multicolores, sin intercambio de
regalos y sobre todo sin despilfarros.
Óscar Miramontes. 4º ESO.